El escenario de las Noches del Botánico, el ciclo de conciertos que cada verano llena de buenas propuestas la programación de conciertos en el jardín botánico de la Complutense, recibía en la tarde-noche del miércoles una doble propuesta llegada desde Estados Unidos protagonizada por The White Buffalo y Father John Misty.
Los primeros, grupo liderado por el californiano Jake Smith, ofrecieron en Madrid un señor bolazo. Realizaron un generoso viaje por su extensa discografía en un directo que atrajo casi más público que la segunda baza –y principal- de la noche: Father John Misty.
Joshua Tillman, del que ya no queda reminiscencia alguna de su pasado a la batería de Fleet Foxes, se ha convertido, de forma fina y fúlgida, en un auténtico trovador del amor y la desdicha, un clásico que conecta, mejor, con ese público ya entrado en años que ha vivido lo suficiente como para hacer carne las historias que narran sus canciones.Un brillante poeta y compositor que utiliza canciones extensas, algunas quizá demasiado, y cargadas de letras que narran, desde su particular y original punto de vista, cómo es eso del amor, la convivencia, los sueños, los anhelos… vaya, lo que es la vida.
Arrancó con ‘The Next 20th Century’, ‘Strange Encounter’ y ‘Nancy From Now On’, con la que el público empezó a animarse. Del último LP, ‘Chloë and the Next 20th Century’, además de la escogida para abrir el concierto, interpretó ‘Buddy's Rendezvous’ –ya en el bis-, ‘Chloë’ y ‘Goodbye Mr. Blue’. Casi dos horas de concierto en los que el público se tomaba la libertad de pedirle a Tillman interpretar las canciones que les acompañan en sus momentos vitales. Temas como ‘Happens at the Goddamn Thirsty Crow’, ‘Hollywood Forever Cemetery Sings’ o ‘Chateau Lobby #4 (in C for Two Virgins)’.
Un concierto mayúsculo que cerró con ‘I Love You, Honeybear’, para salir, pasados pocos minutos, en el bis a ejecutar dos temas más: ‘Buddy's Rendezvous’ y la coreada y pedida por el respetable ‘Holy Shit’, que fue interpretada por Tillman y su teclista en solitario. En el cierre, Tillman se quedó saludando y firmando discos junto a sus acérrimos seguidores. En definitiva, un concierto con nota, pero quizá de pesada digestión para los no apasionados de Tillman y su ministril hacer.
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