Víctor Sánchez - 23 de febrero de 2012
- Hora: 21.00 -Precio: 35-65 euros -Lugar: Palacio Municipal de Congresos (Madrid) -Promotor: Mercury Wheels
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foto promocional de su gira |
Siempre, cuando se ofrece una opinión o se escribe acerca de lo buen guitarrista que uno es, se tiende a compararlo y ha medirlo en base a: con cuantas leyendas de la guitarra haya tocado, es mejor o peor guitarrista. Joe Bonamassa es, sin duda, buen guitarrista y leyenda de la guitarra. Es bueno porque desde sus años más mozos ha compartido escenario con leyendas como BB. King, y leyenda porque ahora se ha convertido en un ídolo de cuantos saben arpegiar con cariño notas sobre el mástil. Bonamassa es fuerza, desgarro y emoción a partes iguales, y así lo demostró en su conciertazo del Palacio Municipal de Congresos de Madrid.
Aunque el entorno no era el habitual en los conciertos de la capital, el tinglado montado sobre las tablas ya daba muestra de lo que el guitarrista norteamericano tenía pensado presentar al público madrileño. No sólo venía a deleitarnos con la música en directo de su último trabajo, 'Dust Bowl' /J&R Adventures, 2011/, sino que buscaba un pedazo del recuerdo más sentido de los miles de fans que asistieron al recinto.
Y es que es inevitable sentir apego y buenas vibraciones hacia un artista que, junto a sus músicos, se involucra y ofrece todo su potencial de la forma en que lo hicieron y con cuanta humildad. A las 21.00 horas ya entradas, Bonamassa y cía aparecieron sobre el escenario para brindar al respetable más de dos horas de blues, rock y un majestuoso derroche de virtuosismo.
Un sonido diez que, gracias al cariño y la educación que el aforo mostró, hicieron subir a lo más alto los riffs desgarrados de las seis cuerdas de Joe y la maravillosa compañía del bajo, teclado y la suntuosa batería.
Escudado por tres grandes pantallas Marshall con su nombre bordado, Bonamassa no quiso dejar para el final lo que podía ir mejorando desde el principio y así lo hizo. Los temas sonaron siempre acompañados de la improvisación obligada de su estilo y el prodigio de sus dedos. Qué maravilla...
A mitad de concierto el público no pudo resistir desencajar sus posaderas de los cómodos asientos para ovacionar -como bien se mereció- a Joe. Este tío sabe lo que hace y sobretodo, siente lo que esgrimen sus melodías y hace que el resto disfrutemos de su sensibilidad musical. Cómo resbalaba sus impolutos zapatos blancos sobre la madera mientras demostraba porqué es el prodigio del blues guitarrero era la evidencia de que para ser algo, hay que sentirlo.
Para muchos pilló por sorpresa que Bonamassa hiciese uso del eterófono o Themerín, un extraño /y antiguo/ instrumento que reacciona como un sólo de guitarra con extra de trémolo cuando deslizas las manos sobre él. Y es que el de New Hartford no es únicamente bueno en eso de los instrumentos, el artista sigue demostrando que tiene voz para rato, tanto en cuestiones técnicas como en lo más importante: demostrando que el espíritu blues sale a bocanadas en cada uno de sus versos.
Hubo tiempo para las risas e incluso una entretenida 'batalla' entre Tal Bergman /batería/ y Bonamassa, pero sin duda alguna, el protagonista de la noche fue el blues. Temas como 'The Ballad of John Henry', 'Mountain Time', 'Sloe Gin', 'Steal Your Heart Away', el cover de Leonar Cohen, 'Bird on a Wire', o el increíble y magistral solo que se marcó con la acústica 'Woke Up Dreaming', coronaron la noche de Bonamassa en Madrid, porque fue su noche.